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miércoles, 24 de marzo de 2021
viernes, 5 de marzo de 2021
700 vecinos de Valladolid sostienen con comida, ropa y enseres a doscientas familias
La plataforma tiene su sede en el barrio de la Victoria y contacta con voluntarios que donan y reciben ayudas a través de redes sociales
Diego Reglero y Mila Díez, administradores del grupo de Facebook; los receptores de ayudas José García y Vilma García, y las colaboradoras Gema Menadro, Rebeca Lozano y Sandra Aragón, integrantes todos ellos de la plataforma Entre todos Ayudamos, en la plaza de San Bartolomé, en el barrio de la Victoria.
En el barrio vallisoletano de la Victoria existe una red ciudadana de apoyo mutuo y solidaridad con las personas en riesgo de exclusión social de la ciudad, que en los momentos más duros de la pandemia ha sacado adelante a numerosas familias gracias a la donación de alimentos, ropa y enseres. La plataforma vecinal Entre Todos Ayudamos. Grupo de Donaciones se comunica a través de Facebook e Instagram y está formada por 700 personas que reciben y realizan distintas acciones humanitarias.
Está coordinada por Diego Reglero, Mila Díez, María Pilar Martín, Paty Nieto y Susana Prieto. Surgió en 2014 y, desde entonces, realizan acciones sencillas que contribuyen a aliviar las necesidades más básicas de las personas más vulnerables. Son muchas las iniciativas humanitarias que llevan a cabo, desde la recogida y entrega de ropa, calzado, alimentos y productos de higiene, a la ayuda en la búsqueda de empleo y pisos de alquiler económicos, también el apoyo a otras entidades y oenegés, préstamo de sillas y cunas de bebés, material escolar y juguetes y ropero social, entre otras. Todo lo hacen bajo el lema 'Una maravillosa energía proviene cuando se ayuda a alguien'. «Cuando fundamos la organización vimos que había necesidades que no estaban cubiertas por parte de los organismos. Pensamos que Facebook era una buena vía para ayudar. Gracias al boca a boca el grupo fue creciendo y en la primera campaña navideña de juguetes que hicimos pudimos repartir más de 3.000 regalos entre niños sin recursos. Ahora ya somos 700 en toda la ciudad», cuenta Mila, una de las administradoras. «Muchas de las personas que donan es porque antes han tenido que pedir. La gente que peor está, muchas veces es la que más ayuda».
La actividad se ha incrementado de forma notable con la pandemia. Los ERTES y los despidos están causando estragos en muchas familias que no tienen ni para adquirir lo más básico. «Actualmente ayudamos con ropa a unas 179 familias y a otras 61 les entregamos alimentos una vez al mes, y en algunos casos, cada dos semanas. Hoy mismo hemos recibido un ingreso de 25 euros que ya hemos invertido en productos de alimentación para una familia», informa Diego Reglero, a quien organizar toda la actividad de este colectivo le ocupa buena parte de la jornada. «Exige mucha dedicación, pero lo hacemos con gusto. Hay gente que está atravesando situaciones límite. Somos muy rigurosos a la hora de evaluar la necesidad de las personas. Para ello, contamos con una trabajadora social que se encarga conocer la situación de las familias. Los roperos solidarios de la ciudad con la pandemia están cerrados y los CEAS y algunas parroquias nos están remitiendo muchísimas familias necesitadas. Por eso, necesitamos que haya más gente que done, que más comercios se impliquen y que más voluntarios nos ayuden a organizar todo», apostilla Diego.
Los comerciantes se unen a la iniciativa humanitaria
Los comercios del barrio de la Victoria también se han implicado esta iniciativa vecinal. Las hermanas Natalia y Samanta Prieto, de Calzados Michel, han instalado un punto solidario en su zapatería donde los martes se hace una recogida de alimentos. «Empezamos a colaborar en Navidad, en la campaña de juguetes. La gente se volcó. Fue precioso. Vinieron muchísimos abuelos, que nos trajeron juguetes que sus nietos ya no usaban. Nos tenemos que ayudar unos a otros», afirman estas comerciantes de la Victoria. Patricia Mota también colabora desde su herbolario Bambu's. «Vienen con carritos y me dejan aquí los alimentos y otros productos. Necesitamos que, por favor, done mucha más gente. Si todos cooperamos un poquito, podemos hacer grandes cosas», anima.
Una de las personas con las que este grupo más se está volcando en las últimas semanas, es el onubense José García Rus. Tiene 42 años y la suerte no ha estado de su lado. Las Navidades pasadas llegó a Valladolid procedente de Gran Canaria, en busca de un trabajo en la construcción, un sector que conoce bien. La única salida que encontró fue solicitar plaza en el albergue municipal. Tuvo suerte. «En la isla, con la covid estaba todo muy parado. Ya había trabajado hace cinco años en Valladolid y pensé que aquí tendría más posibilidades de encontrar un empleo. Ya estando en el albergue, el grupo del barrio de la Victoria me dio ropa y comida, y gracias a ellos encontré un trabajo de lo mío», dice agradecido. Al empezar a trabajar, tuvo que dejar el albergue, y Diego, Mila y sus voluntarios, le ayudaron a encontrar una habitación en alquiler a un precio asequible. De nuevo, la mala suerte, hizo que se quedara en paro, por lo que tuvo que dejar la habitación. El pasado lunes, gracias también al grupo, empezó a trabajar en una empresa de reformas. «Ahora lo que necesito es un sitio en el que poder descansar y ducharme», dice José. Diego, por su parte, no deja de hacer gestiones para solucionar su situación. «Estamos buscando algún hostal que le baje un poco el precio para que se pueda quedar», dice.
El grupo Entre Todos Ayudamos ha creado su propio ropero social. Las hermanas del convento Nazaret, les prestan gran ayuda. Los voluntarios la lavan prendas, las desinfectan con una máquina de ozono y empaquetan en sus propios domicilios y las entregan a los beneficiarios. «A menudo también recibimos ofertas de empleo que publicamos en Facebook. Ayer nos llegó una petición de una peluquería y hoy otra para cuidar a una persona mayores», dice Diego, quien durante un tiempo ha estado en el paro y ha preferido buscar trabajo a los demás, antes que para él mismo.
El próximo proyecto de esta plataforma es poner en marcha una peluquería solidaria. «Durante el confinamiento, además, nos dedicamos a llamar a las personas mayores para que no se sintieran solas y hacíamos la compra a aquellos que nos lo pedían», cuenta Diego. También la parroquia de Santa Teresa de Jesús, en la Rondilla, colabora de forma activa con estos vecinos. En estos momentos de crisis, toda ayuda es poca.
Elie Founda, párroco de la iglesia de La Merced: «Realizan una gran labor social en la ciudad»
La parroquia de Elie Founda en la Victoria colabora activamente con la red de voluntarios. «Realizan una gran labor social en la ciudad. Aquí les ofrecemos un espacio para poder desarrollar las actividades. Necesitamos más solidaridad, más gente que colabore con lo que son y con lo que tienen para poder salir de esta», concluye este religioso.