Una nueva ordenanza permitirá sancionar a los vecinos de Valladolid que no separen su basura
El borrador contempla multas de entre 350 y 750 euros para aquellos que no depositen sus residuos en los contenedores adecuados y para los que tiren colillas o chicles al suelo
El Servicio de Limpieza del Ayuntamiento de Valladolid se encuentra redactando una nueva ordenanza municipal que permitirá sancionar a los vecinos que separen mal su basura. «Llevamos un año con el contenedor amarillo en la calle y no está funcionando como debería», reconoce Pilar Alonso, directora del Servicio de Limpieza del Ayuntamiento, que señala que en esta nueva normativa se contemplan «sanciones de entre 350 y 750 euros para las infracciones leves», entre las que se encuentra no depositar los residuos en los contenedores adecuados. En el borrador de la nueva ordenanza también se contemplan como infracciones leves conductas incívicas que llevan años normalizadas, como tirar una colilla o un chicle al suelo, actos que también llevarán aparejada la misma multa, de entre 350 y 750 euros.
Este cambio de la ordenanza «no responde a un capricho del servicio de limpieza», sino que se ha impulsado para acabar con la infinidad de basura mal seleccionada que llega el Centro de Tratamiento de Residuos y acaba en el vertedero sin poder tener una segunda vida, tal y como explica la directora del servicio. «Estamos detectando un volumen muy alto de basura mal seleccionada. Da la sensación, en muchos casos, de que la gente deposita sus basuras en el contenedor más cercano, sin reparar en si es el adecuado para los desperdicios que se están tirando», incide.
La desinformación es una de las causantes de la mala selección, tal y como asevera el gerente del Centro de Tratamiento de Residuos de la ciudad, Alberto Montes. «Mucha gente cree que el contenedor amarillo es el de plásticos, pero no es así. Es el contenedor de envases, ya sean de plástico, latas, tetra brik o de otro tipo. Un juguete de plástico, por ejemplo, debe ir al contenedor de resto» explica Montes para después señalar que el gran problema de la mala selección se da precisamente en ese contenedor, en el de resto. «Ese es el contenedor en el que menos volumen de residuo debe ir. Ahí hay que tirar solo lo que no se puede meter en los otros: los restos del aspirador, los productos higiénicos para mujeres, las colillas o un plato roto, por ejemplo», añade.
El servicio de limpieza ha trabajado la ordenanza junto a una consultoría que ha realizado normativas similares en otras ciudades. La directora espera que pueda entrar en vigor en el plazo de diez meses, ya que es necesario cumplir una serie de trámites. «Hemos dado una primera aprobación al borrador de la ordenanza, ahora lo está revisando la consultoría para ver que todo cumple con la legalidad y después se lo pasaremos a la Concejalía de Salud Pública y Seguridad Ciudadana. Una vez que el área dé el visto bueno, pasará a Igualdad para que tenga un lenguaje inclusivo y se analizará desde el punto de vista jurídico para su posterior tramitación en el pleno tras la preceptiva exposición pública del texto», explica Pilar Alonso.
Una de las dudas que plantea este borrador es su aplicación práctica, ya que parece complicado pillar 'in fraganti' al autor de las infracciones. «No podemos poner un policía en cada contenedor, pero como te pille, te va a sancionar. El problema es que ahora hemos observado este tipo de comportamientos y no podemos hacer nada hasta que esté aprobada la nueva ordenanza», señala Alonso, quien añade que separar bien la basura debe ser una costumbre de la sociedad en su conjunto. «Puede haber muchos ciudadanos esforzándose y haciéndolo bien, pero como llegue uno y lo haga mal, sobre todo en el contenedor de basura orgánica, está estropeando el trabajo de todos», asegura.
En noviembre se cumplirá un año de la implantación del contenedor amarillo en la ciudad. Tras once meses en la calle, la media de envases recogidos en estos contenedores es de 14 kilos por habitante y año, cuando las previsiones elevaban esa cifra a entre 15 y 16 kilos. No obstante, el gran problema reside en la calidad de esos 14 kilos, como señala Alonso. «Se está recogiendo un peso por ciudadano que podríamos señalar como adecuado, si no fuese porque esos kilos están llenos de residuos impropios, lo que deja claro que no hay la suficiente separación en los hogares», apunta.
La mala separación va por barrios
Los datos que maneja el servicio de limpieza indican que hay barrios en los que se separa mejor y otros, en los que los vecinos son mucho menos cuidadosos. «Hemos detectado que en la zona centro se separa especialmente mal. Ahí hay comercios y negocios de hostelería que van con más prisa y no separan correctamente. También puede suceder que, al ser soterrado, el vecino puede pensar que va todo al mismo cajón, pero no es así. Dentro están los contenedores y se hace una recogida separada con vehículos distintos», explica Pilar Alonso, que cifra el volumen de residuos impropios en la zona centro en un 75%, cuando en los barrios es del 30%. «Eso quiere decir que en el centro el depósito es totalmente aleatorio», concluye Pilar Alonso.
La mala selección cuesta dinero al Ayuntamiento
La mala selección de las basuras en casa complica las labores de reciclaje y, además, afecta a las arcas municipales, tal y como asegura la directora del servicio de limpieza. «Que los vecinos separen mal los envases repercute económicamente en el Ayuntamiento. La recogida de envases tiene un coste establecido y puede financiarse por completo por Ecoembes si se separa bien. Si metemos en el contenedor amarillo residuos que deben ir en otro contenedor, Ecoembes no paga lo mismo por ese material porque es de peor calidad y es el Ayuntamiento el que tiene que pagar la diferencia», explica Pilar Alonso.
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