Europa se rearma
Europa se rearma para
hacer frente al órdago
bélico de Trump
La posibilidad de que Estados Unidos se niegue a defender a la UE impulsa un
rearme que choca con las divisiones dentro del bloque y de cada país
Domingo, 9 de marzo 2025,
El año pasado Europa gastó en Defensa la cifra récord de 326.000 millones de euros, lo que
supone un 35% más que en 2022, cuando Rusia lanzó la invasión a gran escala de Ucrania.
A pesar de ello, sigue siendo poco. En términos absolutos y, sobre todo, en relación a su
gasto público. Con la excepción de Noruega y Dinamarca, toda la mitad occidental de la
Unión Europea destina menos del 4%. Y algunos países, como Austria o Irlanda, ni siquiera
llegan al 2%. Tampoco lo hizo el gasto militar del bloque en relación a su PIB: quedó en el
1,9%, a una décima de la exigencia mínima de la OTAN y muy por debajo del listón que el
presidente de Estados Unidos, Donald Trump, ha situado en el 5%.
El largo período de paz tras la Segunda Guerra Mundial ha provocado que se dé prioridad al
presupuesto de los pilares que sustentan el Estado del bienestar, desde Sanidad a
Educación. «Europa se sentía protegida por el paraguas de Estados Unidos, que ahora está
en entredicho», señala Pablo del Amo, investigador de política exterior del Real Instituto
Elcano. Por si fuese poco, hasta 2022 el 45% del gasto en Defensa se destinaba a pagar
salarios y pensiones de los militares. Solo el 22% iba a la adquisición de equipamiento, algo
que comenzó a cambiar en 2023.
El año pasado, más de 90.000 millones fueron a esa
partida, lo que supuso un incremento interanual del 50%. Necesario, porque, como comenta
el almirante de la flota retirado Juan Rodríguez Garat, «Europa tiene los arsenales
vacíos».IDAD
En el bloque oriental, más cercano a Rusia y más consciente de la amenaza que supone
para su existencia, destinan más recursos al ejército: dejando a un lado a Ucrania, cuya
economía de guerra acapara el 58% del presupuesto público, Polonia lidera el gasto con un
8,1%. Es un porcentaje que se encuentra todavía un punto por debajo de lo que le cuesta a
Washington su maquinaria militar y la mitad del que emplea Moscú, y está incluso más
alejado de Estados como Argelia -19,1%- o Arabia Saudí -24%-.
El presupuesto ideal
Geopolitical Intelligence Services (GIS) trata de determinar cuál sería el presupuesto de
Defensa ideal. «En países muy pequeños o muy pobres que no tienen ninguna posibilidad
de defenderse, como Luxemburgo o Nepal, sería cero». Para el resto, la clave está en la
capacidad para disuadir a sus rivales. «Desde una perspectiva occidental, los principales
enemigos son dos: Rusia y China.
La diferencia entre Estados Unidos y Europa es que la
segunda no considera a Pekín una amenaza y que sustenta su seguridad tanto en alianzas
internas como en la que tiene con Washington». Sin esa última, Rodríguez Garat considera
que la UE no podría hacer frente a Moscú y el GIS concuerda, concluyendo que una
inversión en torno al 3,5% del PIB parece razonable para garantizar la seguridad europea.
El Instituto Bruegel incide en que el Viejo Continente «debe ser capaz de defenderse de
Rusia con o sin Estados Unidos» y hace los cálculos con otras variables: «Europa podría
necesitar 300.000 soldados más y un aumento anual del gasto de Defensa de al menos
250.000 millones a corto plazo para disuadir la agresión rusa».
Para ir acercándose a esas cifras, la presidenta de la Comisión Europea, Ursula von der
Leyen, ha propuesto esta semana el programa ReArm Europe, que busca movilizar hasta
800.000 millones de euros a través de préstamos y de reformas fiscales que permitan
incrementar el endeudamiento individual de los países miembros. «Estamos viviendo los
tiempos más peligrosos.
No hace falta que describa la gravedad de las amenazas que
vivimos, o las consecuencias devastadoras que tendrían si se materializan», explicó, antes
de recalcar que el mundo ha entrado en una nueva carrera armamentística y que la UE no
se puede quedar de brazos cruzados.
Víctor Burguete, investigador sénior de geopolítica y seguridad global del CIDOB, cree que,
a corto plazo, la única financiación factible es a través del déficit. «La sociedad europea no
respalda que se incremente el gasto en Defensa a costa de reducir el social o de aumentar
los impuestos. El endeudamiento, sin embargo, es más etéreo y se puede vender como una
inversión, por lo que tiene menor coste político», aclara. «Pero se tiene que hacer de forma
auditada para evitar el despilfarro y con una mutualización de esa deuda», apunta Del Amo.
A medio plazo, no obstante, Burguete cree que se podría crear un instrumento paneuropeo
para la Defensa y la reconstrucción de Ucrania. Y, a largo, el analista considera que el
incremento del gasto podría articularse duplicando el presupuesto comunitario para pasar
del 1% del PIB al 2%. Burguete y Del Amo coinciden en señalar que tan importante como
aumentar el presupuesto en defensa es gastarlo bien. «Tenemos que invertir en I+D y
tecnología, así como en aumentar las capacidades industriales europeas, evitando que se
enriquezcan un puñado de empresas en cuatro países», señala el primero.
«Nosotros proponemos que se armonicen los sistemas y que cada país se especialice en
un ámbito. Por ejemplo, España e Italia en industria naval, Francia en nuclear y Alemania en
el ejército de tierra», indica Del Amo. «La cuestión es si Europa está preparada para actuar
con la decisión que requiere esta situación, y si puede hacerlo con la velocidad y la
ambición requeridas», planteó Von der Leyen.
Divisiones internas
Ana Sofía Cardenal, profesora de Derecho y Ciencia Política de la Universitat Oberta de
Catalunya, no tiene claro que la respuesta a esas preguntas sea afirmativa, «porque la UE
se mueve lentamente y tiene dificultad para alcanzar posturas unitarias». Algo lógico
teniendo en cuenta que es un bloque de 27 miembros con intereses y visiones muy
diferentes.
Aun así, los expertos consultados coinciden en que el Viejo Continente puede dar una
respuesta unida como hizo con el covid. Cardenal comenta que, además, «no hay
alternativa si no queremos que acabe dividida en zonas de influencia de Estados Unidos,
Rusia y China». Sin embargo, también cree que esa reacción, que podría culminar en la
creación de un ejército europeo, no llegará «tan rápido como para evitar el mal». El
problema está en la doble división comunitaria: la que separa a los países que componen la
Unión y la que divide a la sociedad de cada uno de ellos.
«Por un lado está la postura de Hungría. Es intolerable que vote con Estados Unidos, Rusia
y China en contra de la UE. Por otro lado, está el auge de la ultraderecha, que condiciona
muchas políticas», sugiere Cardenal, crítica con la expansión al este de la UE. «Hungría es
el principal enemigo: tiene una ideología pro Trump y una dependencia total de los recursos
rusos», recalca Del Amo.
No obstante, Cardenal señala que el fortalecimiento del eje franco-alemán, y la alineación
del Reino Unido con su postura, es un aspecto positivo. «Están de acuerdo en la necesidad
de invertir más en Defensa y de buscar una paz justa y duradera para Ucrania», señala.
El
problema es que, como dice Del Amo, las dos grandes potencias europeas pasan por un
bache político y económico sustancial. «Macron tiene mucho poder en la política exterior
francesa, pero no cuenta con mayoría en la Asamblea Nacional y la derecha radical está en
contra. Además, su situación financiera es muy precaria y el Gobierno va a tener que subir
los impuestos y plantear recortes. En Alemania sí parece que habrá un liderazgo más sólido
que apuesta por el rearme, pero la ultraderechista AfD va a tener mucho poder y La
Izquierda plantea el mismo reto que Sumar en España», analiza. Además, en un contexto
de recesión económica, «las empresas industriales tienen interés en volver a una relación
con Rusia para abaratar sus costes energéticos».
La otra gran potencia del continente, Italia, juega a dos bandas. «Resulta irónico que ahora
cuente con un gobierno sólido mientras los de Francia y Alemania resultan inestables»,
señala Massimo Cermelli, profesor de Economía en la Deusto Business School. «No
obstante, Meloni tiene que lidiar con muchas contradicciones, porque apoya a Trump y a
Ucrania. Pero creo que para Europa no va a ser un problema», apostilla. Del Amo lo
comparte: «No se va a mojar, y puede ser un puente entre Trump y Europa».
En cualquier caso, los países más interesados en el rearme europeo son los que más cerca
tienen a Vladímir Putin: los bálticos, que pueden quedar aislados del resto con cierta
facilidad gracias al enclave de Kaliningrado; los nórdicos, cuya actitud ha cambiado
sustancialmente con el acceso a la OTAN de Suecia y Finlandia; y Polonia, que ha
protagonizado un giro europeísta sustancial con el primer ministro Donald Tusk y quiere que
todos los hombres adultos reciban entrenamiento militar.
Rodríguez Garat introduce a la extrema izquierda en la ecuación y pone el foco más cerca.
«En el propio Gobierno de España hay un socio que se dice pacifista y que pone al país en
el grupo de los que no tienen clara la necesidad de rearmarse. Al final, la extrema izquierda
y la extrema derecha se dan la mano en un mundo circular porque rechazan los valores
democráticos y la conciencia de Defensa. Nos quieren convencer a la vez de que no hay un
enemigo y de que el enemigo ya nos ha vencido y no hay nada que hacer. Una
contradicción clara», sentencia, concluyendo que «Europa ahora no tiene la unidad
necesaria para poner en marcha los planes de rearme».
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